La crianza es el olor que tiene la transición de la juventud a la madurez.
Es el olor que tiene la ilusión del cambio y el respeto que el mismo cambio supone.
El olor que inunda una sala de barricas está lleno de recuerdos y de expectativas. Son ilusiones y miedos.
Para asegurar que la crianza va a ser el noble compañero de nuestro vino, y no un vil enemigo, es importante conocer en profundidad nuestra materia prima y las barricas con las que trabajaremos.
Analizar la composición química y organoléptica de nuestro vino será imprescindible para conocer las posibilidades de crianza que tiene. Este conocimiento nos permitirá elegir el tipo de madera, el tamaño de la barrica, la intensidad del tostado o el tiempo estimado que se guardará el vino en crianza.
Como en todo, la información y los datos son fundamentales para dar pasos en firme. El cuidado y el cariño harán el resto...
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